Investigación de la UCN

Revelan alto porcentaje de quienes desarrollaron distorsión de olores tras el Covid-19 en la región

Este trastorno es conocido como parosmia y genera además cambios en la alimentación, afectando la ingesta de alimentos proteicos como la carne y los huevos.
viernes 13 de mayo de 2022

Estudiantes de la carrera de Nutrición y Dietética de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Norte Coquimbo dieron a conocer los resultados de un estudio de investigación sobre la parosmia, síntoma ligado a la infección por Covid que provoca que los olores de la comida se distorsionen. 

Para el análisis de resultados fueron incluidos 423 participantes que tuvieron esta enfermedad a partir de 2021, con pérdida del olfato gusto. El análisis arrojó que un 65% de este total, es decir 275 personas, desarrollaron este trastorno.

Manuela López, una de las alumnas que participaron  en el estudio, señala que iniciaron esta investigación debido a que muchos de sus conocidos que padecieron Covid-19 relataban que tras contagiarse comenzaron a desarrollar una distorsión en los olores “y que incluso la ingesta de algunos alimentos les comenzó a parecer un poco desagradable”.

De esta forma, quisieron saber con qué frecuencia se estaba presentando este síntoma en los infectados y llegaron al término parosmia “pero todos los datos eran en países de Europa, y en Chile y Latinoamérica no había información. Esto fue algo que nos incentivó a poder investigar, saber cuál era la prevalencia en Chile, qué tanto afectaba a la población y además ver qué cambios producía”.

Así, desde el 27 de enero se recogieron los datos a través de un cuestionario que respondieron quienes cumplieron con los criterios de inclusión. “Fue un gran porcentaje de prevalencia, la verdad no lo esperábamos. Más de la mitad de las personas lo están sufriendo, incluso hasta el día de hoy lo mantienen, en algunos casos han pasado hasta dos años desde que se contagiaron y siguen con esta secuela. Es una cifra bastante importante, por lo que consideramos que se debe divulgar la información”.

Giannella Leonelli, académica de la Facultad de Medicina de la UCN, quien guio a las estudiantes en la investigación, explica que, a diferencia de la anosmia (pérdida del sentido del olfato), la parosmia trae consigo además una distorsión de los olores.

Uno de los aspectos que llamó la atención de este análisis es que se detectó que en la población estudiada existieron cambios en la alimentación, correspondientes a la disminución del consumo de alimentos con aporte alto proteico, como las carnes y los huevos.

“Según lo que se encontró en esta oportunidad y similar a lo que se ha reportado en otras investigaciones, principalmente afecta a los alimentos como las carnes y los huevos. Generalmente esta distorsión en los olores se asocia a un olor desagradable y eso claramente limita la ingesta alimentaria, porque las personas van a sentir los alimentos con olor a podrido o a descomposición y no les dan ganas de ingerirlos”.

En este sentido, agrega que las personas señalan que no consumen estos alimentos “porque les produce desagrado desde cocinarlos hasta comerlos. Muchos de ellos también refieren baja de peso”.

En efecto, este estudio corroboró que se generaron cambios en la alimentación de los afectados, destacando que la ingesta de carnes, huevos y comida rápida disminuyó, con un 72,7%, 65% y 53,8%, respectivamente.

En cuanto a la intensidad de los cambios, los huevos y las carnes se puntuaron como “muy desagradables”, con un 45,1% y 43,3%, respectivamente, mientras que la comida rápida se consideró solo como “desagradable”, con un 28,4%.

“Como esta distorsión de olores es sobre todo en alimentos proteicos, las personas dejaron de consumir principalmente las carnes, la comida rápida, porque la composición de sus alimentos hace que ellos lo perciban como desagradable, olor a rancio, a podrido. Hay personas que llevan 1 año o dos años en esta situación y son la mayoría de las que incluimos en nuestra investigación”, precisa Manuela López.

En cuanto a los efectos que este cambio alimenticio provoca en los pacientes, ésta última señala que, pese a que no se evaluó nutricionalmente, varias personas mencionaron que habían bajado mucho de peso “la ropa les dejó de quedar, aparte del impacto emocional y psicológico que tuvieron, porque la alimentación tiene varios factores, emocional, compartir con la familia, no solo en gustos o preferencias y al tener esta secuela dejaban de disfrutar los alimentos del día a día”.

Otro de los cambios que este estudio pudo constatar es que las personas incrementaron el consumo de frutas y verduras. El grupo de verduras tuvo aumento de 24,7%, mientras que las frutas lideraron la categoría “agradable”, con un 32%.

De acuerdo a lo señalado por Giannella Leonelli, tras dar a conocer los resultados trabajarán en dos ideas principales. “Primero ocuparse en el tema de la publicación, y lo segundo es también trabajar este semestre con un nuevo grupo de estudiantes”. Manifiesta que en esta oportunidad avanzarán en una segunda parte de la investigación “la idea es poder darle un enfoque un poco más cualitativo y poder recoger sus experiencias de lo que ha significado vivir con parosmia, cómo ha impactado en su calidad de vida, el impacto que ha tenido en sus relaciones personales, sobre su estado nutricional”, precisa.