sus ataques aún son recordados

Marcelo Tobar, la historia del psicópata que aterrorizó a Coquimbo en los años 90

Atacó a más de 20 mujeres durante un poco más de dos años, asesinando a dos de ellas y dejando a otra, más de 15 días en coma, víctima que permitiría su detención por parte de Carabineros en el sector de Tierras Blancas en agosto de 1993.
domingo 18 de septiembre de 2022

En el mes de agosto de 1992, comienzan a surgir las primeras advertencias de jóvenes, principalmente estudiantes, que denunciaban haber sido atacadas por un sujeto, joven y delgado. Algunas dan cuenta que las amenazó con un cuchillo y a varias les dejó lesiones en los brazos y a una de ellas cortes en uno de sus senos.


Un poco más de dos años después de estas primeras denuncias era detenido Marcelo Gabriel Tobar Venegas, de 23 años, en su domicilio en el sector de Tierras Blancas, por parte de Carabineros, luego de que su pareja, Bárbara Matus, recurriera al cuartel con algunas dudas tras encontrar una chaqueta de cuero ensangrentada.


Pocos días después, el abogado de la familia de Andrea Villa Toro, una de sus víctimas, Daniel Magna, presentaba una querella criminal en contra de Tobar y su conviviente por encubrimiento, pero esta finalmente sería considerada inocente.


Finalmente, tras una serie de indagatorias y entrevistas a testigos, el ministro de la Corte de Apelaciones de La Serena, José Pavicic, (hoy fallecido), lo condenó a 57 años de presidio y lo remitió a la cárcel local.

Esta fue la primera imagen del “Psicópata de Coquimbo”, Marcelo Tobar, que conoció la comunidad, un día después de su detención. (FOTO: Archivo El Día) 


Tiempo después, por determinación de Gendarmería y por varias amenazas de muerte que le habían hecho al interior del recinto penitenciario, Tobar fue trasladado a la cárcel de Colina, en Santiago.


En la actualidad no hay muchos antecedentes de Marcelo Tobar, pero permanecería recluido en Colina 1, donde ya ha cumplido 29 años de encierro y deberá permanecer interno hasta el 2050, pero el 2030 podría optar a algún tipo de beneficio carcelario, es decir en 8 años más.


En sus primeros años de encierro se acercó a la religión, cosa que mantendría hasta el día de hoy, y comenzó a escribir poesía. También terminó sus estudios de enseñanza media.


Años después, el 2013, se pudo constatar que se había sumado a las redes sociales abriendo una página de Facebook, donde se confesaba admirador de la modelo Jessica Leigh y seguidor del grupo Los prisioneros, pero en la actualidad ya no se encuentra activa dicha cuenta.


También allí hacía algunas reflexiones, como por ejemplo, “que la vida cambie es lo que a veces se pretende. Pero la vida sigue igual, llena de intrigas y soledad”. 


Al interior de Colina 1 sería una persona de comportamiento tranquilo, manteniendo nexos con pocos reclusos y habría mostrado arrepentimiento por los sucesos que protagonizó.


Pero esto no es nuevo, en la única entrevista que concedió a un medio local, que fue a diario El Día, mientras permanecía en la Cárcel de La Serena, señaló que “estoy consciente de que uno va cosechando lo que siembra, a pesar de que siempre repetiré que estoy arrepentido”.


En esa misma entrevista menciona que “lo que hice no tiene perdón. En el fondo, me merezco lo que me está pasando”.


Los primeros ataques de Marcerlo Tobar los efectúa en el sector de Sindempart, cerca de la Ruta 5 y por la línea férrea de la CMP que aún cruza por el lugar.


Allí, abordó principalmente a jóvenes escolares y según confesara a diario El Día y también en los tribunales, elegía a quienes les veía un brillo o una luz en sus ojos, no buscaba ninguna característica física en especial.


Cómo los primeros ataque se dieron en esa zona, fue bautizado primeramente como “El Psicópata de Sindempart”, posteriormente, cuando amplía su radio de acción, es rebautizado como “El Psicópata de Coquimbo”.


Durante más de un año estuvo actuando impunemente y se conocía una tras otra víctima de sus andanzas. Y si bien en un comienzo, tanto las policías como las autoridades locales, señalaron que los ataques no correspondían a una sola persona, sino que eran hechos distintos, la comunidad comenzó a organizarse y a exigir que las policías aclararan los ataques.


De hecho, el propio ministro en visita, José Pavicic, que llevaba adelante la causa, señaló en agosto de 1993 que “podría haber otro implicado en alguno de estos delitos”. Sin embargo, el propio juez corroboraría en la investigación que Tobar había actuado solo.


Si bien, Marcelo Tobar, atacó a muchas mujeres durante dos años, a dos de ellas las asesinó, mientras que a una tercera la creyó muerta y comete el único error que significó que fuera detenido, robarle una prenda.


Eran cerca de las cinco de la madrugada de mediados de noviembre de 1992, luego de más de un año de ataques a mujeres, en las inmediaciones de la Avenida Juan Antonio Ríos, sector Baquedano de Coquimbo, Tobar aborda a Hilda Navarro, una suplementera, que como cada día, se dirigía a las dependencias de diario El Día de Callle Borgoño 431, para retirar los ejemplares que vendería durante esa jornada, lugar al que nunca llegaría.


Según el propio relato de su victimario, la mujer se defendió, pero su asesino logró darle una estocada para reducirla y luego otras más que le significaron la muerte en el mismo sitio.


Seis meses después, el 1° de mayo de 1993, frente al Hospital San Pablo de Coquimbo, cruzando la Ruta 5 Norte, a la altura de la línea del tren, aborda y amenaza con un cuchillo a la scout de 14 años, Andrea Villa Toro. Así, amenazada de muerte, la abraza, simulando ser su pololo, la obliga a acompañarlo hasta un sitio eriazo cercano a la línea del tren y a unas casas del lugar. Allí no solo apuñaló a la menor, sino que le cortó el cuello


Este asesinato provocó un tremendo impacto y temor en la población coquimbana, que ya había salido innumerables veces a las calles exigiendo que fuera atrapado el autor de los ataques.


La mayoría de estas marchas culminaron en el frontis del cuartel de la Policía de Investigaciones o de la Segunda Comisaría de Carabineros, que por esos años se encontraba en Calle Videla, hoy está en Guayacán.


Dos meses después, en el sector de El llano, Marcelo Tobar aborda a Patricia Jofré, una joven trabajadora que se dirigía a su domicilio por Avenida Alessandri.


También la amenaza con un arma blanca y la traslada hasta un sitio eriazo cercano al lugar. Jofré estaba impactada, porque sabía que un sujeto atacaba a mujeres y se defendió, cayendo ambos al suelo. En ese momento, Tobar coge un trozo de cemento que había tirado y la golpea reiteradamente en su rostro. Creyéndola muerta, la abandona en el sitio, pero antes, por una situación que nunca supo explicar, le saca la chaqueta de cuero que llevaba puesta su víctima y se la lleva. Esa vestimenta es la que encuentra su conviviente días después en la casa y concurre a Carabineros. Momentos después, el Psicópata de Coquimbo era detenido por funcionarios uniformados.


Los nombres claves de estos sucesos, además de Marcelo Tobar, son Jorge Acuña, comisario de Carabineros de Coquimbo; Hugo Montenegro, prefecto de la PDI de Coquimbo, ambos policías habían cargado un tremendo peso social por no poder detener al asesino y fueron, muchas veces, vapuleados por los vecinos. Patricia Jofré, quien sobrevivió al ataque tras permanecer 15 días en coma. Sus declaraciones fueron fundamentales para la condena. Y el juez José Pavicic, quien lo condenó.