El drama de vivir sin agua en la comunidad de Olla de Caldera

Una treintena de familias logra sobrevivir con la escasa agua potable que les reparte un camión aljibe una vez por semana, mientras que en los cerros, las cabras -que representan su principal sustento económico- escarban en busca de los últimos pastos con que alimentarse.
El drama de vivir sin agua en la comunidad de Olla de Caldera
El drama de vivir sin agua en la comunidad de Olla de Caldera
lunes 11 de febrero de 2013

La sequía que golpea a la región de Coquimbo se siente con más fuerza en la comunidad de Olla de Caldera, ubicada a más de 100 kilómetros al este de la ciudad de La Serena. Aquí viven familias que logran sobrevivir a duras penas con el agua potable que les reparte un camión aljibe dispuesto por la municipalidad una vez por semana. El futuro es incierto y la única esperanza está depositada en el próximo invierno y en las eventuales precipitaciones, todavía una realidad muy lejana.
En la totalidad de los pueblos de la comunidad el ganado caprino es el principal sustento de sus habitantes. Cada familia mantiene aproximadamente entre 50 y 100 cabras, de las cuales extraen la leche para elaborar queso o sacrifican para su propia alimentación o para la venta. Sin embargo, las cabras están muriéndose de sed y de hambre y con ellas un estilo de vida, arraigado desde hace décadas, quizás siglos atrás.
La comunidad agrícola de Olla de Caldera abarca una superficie de 122 mil 600 hectáreas y agrupa a los pueblos de Agua Grande, Almirante Latorre, Condoriaco y La Laja. Su vicepresidente, Jorge Villalobos Castillo, explica que “aquí viven alrededor de 450 personas, la mayoría comuneros o hijos de éstos, quienes se han arraigado y viven en forma permanente en el lugar”.
“El mayor problema que tenemos es la sequía”, reconoce Villalobos, quien añade que lentamente está desapareciendo el agua de las napas, las cuales han reducido su caudal en un 80 por ciento. Añade que cada semana se espera la entrega del vital elemento a través de los camiones aljibe dispuestos por la municipalidad de La Serena y que cuentan también con financiamiento del gobierno regional. En las extremas condiciones de sequía actual, un día de retraso del camión se convierte en una verdadera tragedia.
La Laja es el poblado más alejado de la ciudad de La Serena y sólo es posible acceder a él, luego de recorrer tres horas a bordo de un vehículo, siendo la mitad del camino, de tierra, con innumerables curvas y por cerros. En la Laja habitan aproximadamente 15 familias, que se dedican principalmente a la ganadería caprina y a la agricultura familiar campesina para el autoconsumo.
Juan Zárate Torres (53), presidente del comité de Desarrollo Campesino de La Laja, detalla que el camión aljibe reparte mil litros por familia, cantidad sólo suficiente para cocinar o beber, pero que no alcanza para otras necesidades. Sólo hay que pensar que el consumo promedio diario de una persona en nuestro país bordea los 150 litros.
Zarate comenta que con esta sequía,los habitantes de La Laja han sufrido mucho, pero que ha sido todavía “más terrible por los animales”. El criancero agrega que “la pasamos puro batallando. Si la situación es difícil hoy, los próximos meses serán aún peores. “En el tiempo del invierno será cuando nos veamos más afligidos, porque se van a morir muchos animales, pero los que queden ojalá se puedan recuperar. Es la esperanza que tenemos con la lluvia”.
Zarate, quien tiene 170 cabras, dice con algo de esperanza que “tenemos que aguantar. No podemos hacer nada más”.
El comunero cuenta que “con mucho esfuerzo, logró sacarle lo poco de leche que tienen las cabras, con lo que puedo obtener un queso al día, el que vendo a tres mil pesos”. En una temporada normal, logra elaborar hasta 20 quesos al día. Con lo recaudado sobrevive en los meses en que no hay producción, es decir desde marzo a agosto.
En los meses pasados, debió recurrir a la venta de cabritos para generar recursos. “Vendí un par de animalitos para el 18 y lo mismo para el Año Nuevo. deben ser los mejores que habían, entonces quedamos con lo peor”.
Frente a la actual realidad, los comuneros abogan porque el Gobierno o el municipio les conceda algún empleo en el mismo lugar, de tal forma que no estén obligados a emigrar de sus campos.
Aníbal Muñoz, de 55 años, es otro criancero de La Laja quien tiene alrededor de 70 cabras. Reconoce que “en el último tiempo prácticamente no hemos producido (...) desde un año a la fecha, ha estado muy difícil la subsistencia.
“Como está lo actual, uno espera que más adelante vengan lluvias. Hay algunas cosas en que nos fijamos (para ver si llueve), pero está muy incierto”, añade.
La situación no es distinta para Rafael Torres (62) quien indica que “las cabritas están muy delgadas, muy flaquitas, porque no tienen comida”. Él, que vive en el sector de Carrizal, dice que ni siquiera recibe agua del camión aljibe y que sólo en la última semana obtuvo que el transporte llegase hasta su casa.

FINANCIAMIENTO ASEGURADO
••• En su reciente visita a la Región de Coquimbo, el coordinador regional de la sequía, el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, dijo que “todas las localidades que tienen problema de suministro de agua para la bebida son prioridades para el Gobierno y para los alcaldes. Es por eso que tomamos la decisión de financiar el arriendo de camiones aljibes, el combustible y el costo del agua”.