El hotel que guarda la historia

Grandes artistas de las últimas cuatro décadas pasaron por sus habitaciones, además de miles de estudiantes que hoy son profesionales y decenas de recuerdos que fueron parte del esfuerzo de una mujer.
El hotel que guarda la historia
El hotel que guarda la historia
domingo 09 de junio de 2013

El Hotel Casablanca, que hace escasas semanas cerró sus puertas para siempre, como consecuencia de las deudas y el cansancio de su dueña, guarda gran parte de la historia de las últimas décadas de La Serena, pero también está estrechamente ligado a una mujer emprendedora y de empeño, María Roco Morales.

Esta mujer nunca pensó en tener, administrar o trabajar un hotel, luego que llegara desde Quillota a trabajar como inspectora del Colegio Agrícola Femenino. Sin embargo, las circunstancias de la vida la fueron encaminando, a puro instinto, a llegar a ser la propietaria de uno de los recintos de larga tradición en la ciudad.

Se casó a temprana edad y tras tener una hija se separó, por lo que debió ingeniárselas para poder mantenerse económicamente, así que uno de los primeros emprendimientos (como se dice hoy) fue ofrecer almuerzo a estudiantes, negocio que terminó dándole buenos dividendos, ya que, sola, descubrió que tenía dotes para la administración y tenía asumido que debía ahorrar cada peso para no pasar zozobras en el futuro.

Esta política en un par de años le daría buenos resultados, ya que con esos recursos que ahorró dando almuerzo a los estudiantes universitarios de finales de los 60, adquirió una pequeña casa a la Sociedad Francisco de Aguirre de la época, que estaba ubicada en calle Cantournet 805, esquina Vicuña. Era una propiedad con living comedor, cocina, dos dormitorios, un baño y patio. Hasta allá se llevó a la mayoría de los estudiantes a los que les daba almuerzo, que eran unos 40, mientras que a otros 14 los pudo tener con alojamiento. Ya era el año 1970.

Con toda la experiencia que ya había adquirido en esos primeros años, comienza a inquietarla la idea de instalarse con un hotel. Miró a su alrededor muchas veces, vio que el patio era un gran espacio y se le ocurrió ampliar, pero no contaba con los recursos. Pero el destino pronto le abriría una gran ventana al cruzarse en su camino la posibilidad de adjudicarse un crédito Corfo. Esa fue la oportunidad de transformar la pequeña casa en un espacio mucho más grande y comienza a funcionar directamente con la prestación de servicios de habitaciones, aunque en un 90% seguían siendo los estudiantes sus principales clientes, pero este, es sin duda, el nacimiento del Hotel Casablanca.

María Roco recuerda que los estudiantes de la época formaron un club deportivo y cuando les preguntaban dónde vives tú, ellos contestaban yo vivo en la casa blanca (color que hasta el día de hoy tiene el edificio), por lo que eso la llevó a bautizar así su hotel.

“Es bien difícil buscar el nombre para un negocio, entonces yo dije, en honor a los niños le voy a poner Hotel Casablanca”, cuenta.

También recuerda que cuando ella llegó al sector al comprar la casa, el lugar era feo y en los alrededores llegaban a beber agua los caballos, ya que estaba muy cerca del mercado (hoy La Recova), pero se fue mejorando con el hotel instalado en propiedad.

Todos sus clientes fueron aumentando gracias a las buenas atenciones que ella misma brindaba de manera personal, a pesar de que debió contratar personas para tener un buen servicio de recepción, de limpieza, cocina y aseo. Reconoce que muchas cosas las hizo por instinto, puesto que en esa época no existían las capacitaciones de turismo que hay en la actualidad.

Una vez que el nuevo proyecto hotelero se fue consolidando, construyó un segundo piso, manteniendo la línea arquitectónica de la ciudad y sin perder su costumbre de ahorrar, lo que le permite con el paso de los años llegar a tener cinco propiedades conseguidas con el negocio hotelero y construye en calle Vicuña 635 el “Casablanca II”. También adquirió la casona antigua que está pegada al hotel y la destinó exclusivamente a pensionistas, que fue su negocio original y que la hizo crecer y desarrollarse con el paso del tiempo. “Esa es una casa antigua que está como monumento nacional así que no se puede remodelar, le hice algunos arreglos interiores y la dediqué exclusivamente a residencia con pago mensual”, señala.

Cuenta que se dedicó en esos años a trabajar duro y a criar a su única hija, hoy una psicóloga que trabaja en Gendarmería y que nunca más volvió a casarse, aunque reconoce que tuvo algunas “amistades”.

LA FAMA

María Roco, cuando comienza a levantar su hotel, ampliando la casa y construyendo también un segundo piso, nunca imaginó que el Casablanca llegaría a tener tanta fama, puesto que le llegaban clientes de todas partes del país y del extranjero, las que se iban pasando el dato.

Pero a pesar de la gran cantidad de clientes que tenía, no todo fue exitoso, puesto que le tocó pasar momentos duros cuando la economía tambaleó, como sucedió con la recesión de comienzo de los 80. “Fue duro, uno tiene tropiezos económicos en la vida, pero había que superarlos nomás”, recuerda sobre esos días de aflicciones, porque los pasajeros disminuyeron considerablemente, lo que significó bastante menos ingresos, a lo que se suma que el fuerte de la ciudad y las visitas es en enero y febrero.

LAS BUENAS Y MALAS ANÉCDOTAS

Como en toda empresa que se prolonga por años, especialmente por el rubro hotelería, el recinto guarda cientos de anécdotas, muchas de las cuales no se anima a contarlas, porque sigue conservando esa intransable confidencialidad y reserva que brindó a todos sus pasajeros. Pero ya retirada del negocio, desliza una pequeña parte de esas historias.

Por ejemplo, recuerda que en una oportunidad un pasajero llegó con una caja donde decía que traía frascos de experimento, por lo que pidió que ni siquiera se le acercaran, pero cuando se retiró dejó en la habitación un montón de piedras que llevaba y dentro de la caja instaló el televisor de la habitación y se lo llevó sin que nadie se diera cuenta.

Otros, los que tomaban piezas dobles, dejaban sus bolsos con el recado: “Dígale a mi compañero que voy a Andacollo y que vuelvo a tal hora”. Nunca más volvía, se iban sin pagar y al abrir las piezas se encontraban los bolsos llenos de papeles.

Un hecho que no sabe cómo se produjo, fue cuando unos novios arrendaron una habitación nupcial para pasar la noche de bodas. Se dispuso del mejor espacio, con todas las comodidades y regalías, champaña incluida, entre otros.

En horas de la madrugada llegó la pareja y los recepcionistas que había de turno los atendieron tal como se lo merecían los recién casados. Sin embargo, una hora y media después llega una segunda pareja de recién casados reclamando la habitación que habían reservado. Ahí se dieron cuenta del error que habían cometido, porque una mala jugada del destino hizo que precisamente esa noche llegara una pareja de recién casados a pasar su noche de bodas y se les produjo la confusión. Naturalmente no pudieron desalojar a los que habían brindado todas la deferencias del caso, pues no era su culpa, y la pareja que había realmente contratado el servicio se pasó la noche entre el hall y debajo de la escalera. Posteriormente fueron compensados ampliamente y se abuenaron los ánimos.
Otra anécdota de años pasados fue que a un director del Servicio de Impuestos Internos se le arrendó una habitación para que viviera mientras se le encontraba una casa, lo que ocurrió meses después, pero el profesional siguió viviendo en la habitación durante dos años. Aparentemente tenía una polola.

ARTISTAS, MEDIOS Y DESPEDIDA

Por las habitaciones del lugar pasaron todos los artistas más conocidos y famosos de las últimas décadas y para que eso sucediera, le sirvió de mucho que en los comienzos tuvo un convenio con Canal 8, por lo tanto, ellos alojaban allí a la gente del espectáculo que llegaba a la zona. María Roco en este sentido es una agradecida de los medios de comunicación, porque dice que dieron a conocer su hotel con muchas notas de prensa, lo que se certifica en decenas de páginas de diario El Día. “Se desarrolló por la difusión que tenía en el canal y en este diario, le debo mucho agradecimientos a diario El Día”.

La decisión de dejar el hotel para María Roco no fue fácil, puesto que era su negocio de toda la vida, pero la comenzaron a agobiar las deudas con el banco y debió enfrentar un cáncer que la tuvo gravísima el año 2000. “Me voy por los años que tengo, también por un cáncer que tuve y no quiero volver a esa presión, tener un cáncer no es menor”, menciona sobre el cierre del recinto. Pero recuerda que “era uno de los buenos hoteles, ya después comenzaron a aparecer otros cuatro y cinco estrellas y fue superado, pero para mejor, porque le hacía falta a La Serena hoteles de esa calidad”. En la actualidad llegó a un arreglo con el banco por sus deudas, pero el edificio ya no le pertenece. Dice que no le da pena haberlo dejado, “le doy gracias a Dios de haberlo tenido y de haber sido tan feliz trabajando, pero me voy muy contenta. Fue una época muy linda, pero todo termina un día, ahora voy a descansar, no sé si algún día lo voy a echar de menos”.

Así se anunciaba

••• El Hotel Casablanca era un recinto de tres estrellas que ofrecía un ambiente grato y acogedor al pasajero, contaba con habitaciones singles, dobles, matrimoniales, triples y cuádruples.

Fue atendido por su propia dueña durante 43 años de tradición y cerró sus puertas teniendo su capacidad de sus pasajeros absolutamente copada.

Su sitio web, que fue la última modernización que realizaron, lo puso en el ciberespacio donde se anunciaban sus servicios, los que incluían baño privado, desayuno, TV cable y Wifi y su teléfono para reservas era el (51) 481032.

Su último aviso en su página web decía: “Si desea alojarse en pleno centro de La Serena venga a Hotel Casablanca. Cómodas habitaciones con baño privado, Wi-Fi y TV-Cable. Los precios incluyen desayuno continental. Grato ambiente y excelente servicio para que visite la ciudad de La Serena en calidad de turista o si viene en viaje de negocios. Servicios: Estacionamiento, sala de estar, restaurante, custodia, cafetería, caja fuerte, servicio a la habitación, lavandería. Habitación single $30.000. Doble $36.000. Triple $43.000. Cuádruple $48.000”.