Familia de madre asesinada gana lucha por hacer justicia

viernes 22 de marzo de 2013

Se demostró que María Núñez no cometió suicidio, sino que fue su propio cónyuge quien la mató con un cuchillo

Nunca creyeron la explicación de que se había suicidado. Los parientes de María Magdalena Núñez Araya (31) sabían que ella jamás se quitaría la vida, dejando abandonados a sus hijos de 11 y 12 años. Es por eso que lucharon y lograron hacerse escuchar, logrando ayer un importante triunfo en tribunales, luego que la justicia condenara como culpable a la persona que terminó siendo el homicida de esta madre.

La historia de este femicidio, ocurrido en la localidad de Matancilla, en la comuna de Illapel, se remonta al 1 de enero de 2012. Todo aconteció en el propio domicilio de la víctima, que la noche anterior estuvo recibiendo el Año Nuevo junto a sus parientes. Fue la última celebración de esta mujer, que encontró la muerte en horas de la tarde del primer día del año. Cerca de las 19:00 horas, su propio cónyuge, el acusado Manuel Antonio Huerta Muñoz, motivado por el inminente abandono del hogar común por parte de la mujer debido a problemas de violencia intrafamiliar, decidió matarla.

De acuerdo con la acusación de la Fiscalía, el sujeto aprovechó que sus dos hijos salieron del domicilio para encontrarse a solas con la víctima. Ingresó a un dormitorio del inmueble premunido de un cuchillo tipo cocinero y procedió a agredirla en varias oportunidades en el tórax, provocándole heridas que lesionaron un pulmón y el pericardio. La mujer fue trasladada por familiares al hospital de Illapel, lugar donde se constató su fallecimiento.

En los días siguientes no hubo detenidos por parte de Carabineros, señalándose que era probable que la propia dueña de casa se hubiese autoinferido los cortes. La familia no creyó esta versión y lo hizo saber en todos los medios, recurriendo además a la ayuda de la diputada Adriana Muñoz. De acuerdo a su punto de vista, tras conocer más en detalle los hechos, la parlamentaria sostuvo en abril del año pasado que “me he formado la convicción, junto con mis abogados que me asesoran, que acá no hay una causal de suicidio, sino que es claramente un homicidio”.

Si bien esa vez reconoció que ella no podía influir en la decisión de los fiscales, la diputada dijo que lamentaba que no hubiera avances en esta investigación. “Falta que comparezcan testigos, pruebas como la del ADN y del cuchillo. Eso hay que hacerlo muy rápidamente. No se puede seguir esperando. Creo que lo peor es que aquí se esté construyendo una situación que nos lleve al final a cerrar el caso y no encontrar nunca justicia”, señaló. “Hubo forcejeo, lucha. Tenía una costilla quebrada”, dijo por su parte José Núñez, hermano de la fallecida.

Para descartar el suicidio fue clave la labor de la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones, que estuvo realizando diligencias desde abril en la provincia de Choapa. Allí pudo establecer que efectivamente la muerte de María fue por intervención de terceros, siendo el presunto autor su esposo de 39 años.

Funcionarios de la PDI se trasladaron hasta Matancilla, donde realizaron diversos empadronamientos con familiares, amigos y vecinos de la occisa, estableciendo que ella sufría de violencia intrafamiliar, lo que fue corroborado con el Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM). Se levantaron múltiples evidencias, lo cual fue remitido al Laboratorio de Criminalística (LACRIM), que hizo pruebas científicas con todo lo obtenido.

Las ropas del imputado fueron sometidas a diligencias con las últimas tecnologías disponibles, comprobándose que en ellas había presencia de sangre de la mujer, pese a que él en todo momento negaba su participación en el hecho. Sin embargo, quedó claro que la agredía constantemente y que incluso trató de escapar para evitar ser capturado.

“Es una situación que nos conmueve profundamente. Es una historia de violencia que data de años y que, lamentablemente, terminó en la peor expresión de violencia”, declaró el 11 de junio del año pasado la directora regional del Sernam, Francesca Figari. La autoridad agregó esa vez que “hemos estado desde el primer minuto con los parientes, aun cuando en un comienzo fue caratulado como suicidio, pero ya esta semana estamos en condiciones de presentar la querella patrocinando a la familia”.

Pasó el tiempo y el caso tuvo complejidad respecto a la “instrumentalización que sufrieron los menores para contar una versión alternativa de los hechos”, como dijo ayer el fiscal Andrés Villalobos, que llevó el caso a juicio oral en la ciudad de Ovalle. “Las familias de víctima e imputado estaban muy polarizadas”, añadió.

El ente persecutor presentó 25 testigos, 5 peritos, sets fotográficos, pruebas químicas, pericias psicológicas e informes de las diligencias en el sitio del suceso, entre otros medios. “Establecimos el caso con 3 pilares, como la existencia de violencia intrafamiliar previa, la existencia de prueba científica que lo vinculaba al momento de agredir a la víctima y la prueba testimonial”, explicó Villalobos.

Se estableció que la ropa incautada a Huerta tenía una mancha de sangre por proyección, es decir, una “salpicadura” que dio cuenta de que el sujeto estaba con la mujer en el sitio del suceso. Además, se presentaron fotografías que terminaron por derribar la versión sobre que el chaleco había sido “contaminado” por uno de los niños que estuvo con su madre, así como los testimonios que daban cuenta de que María Núñez presumiblemente fue vista a través de una ventana con vida, mientras el acusado salía del hogar.

“Esperamos la sentencia lo más alta posible, por la extensión del mal causado, ya que no sólo los niños perdieron a su madre, sino que quedarán traumados por este hecho y por haber sido instrumentalizados”, dijo el fiscal.

Esta sentencia quedó fijada para el 26 de marzo a las 13:00 horas, en el tribunal oral de la ciudad de Ovalle.