El último atardecer

El próximo 16 de junio se estrena en la región “El final del día”, filme sobre un grupo de habitantes del Desierto de Atacama, que estaban convencidos de que el 21 de diciembre de 2012 terminaba la historia de la Humanidad, según la interpretación de las profecías mayas
El último atardecer
El último atardecer
jueves 09 de junio de 2016

Hoy parece un hecho casi anec-dótico. Pero poco antes del 21 de diciembre de 2012, no fueron pocos los que pensaron que algo catastrófico podía pasar en la Tierra. Esto en base a lo que supuestamente anunciaron los mayas, mezclado con otras profecías relacionadas con el fin del mundo, carentes de toda base científica. 

Se decía que los mayas predijeron que el planeta se acabaría en aquella fecha, cuando el Sol recibiera un fuerte rayo sincronizador del centro de la galaxia, que cambiaría su polaridad produciendo una gigantesca llamarada radiante. Por supuesto que nada ocurrió.

Mientras tanto, en Chile, poco antes de esa fecha, el director Peter McPhee se instaló en Quillagua, en el Desierto de Atacama, donde sus habitantes esperaban este fin del mundo. En el lugar había un río contaminado por la acción de las empresas mineras, una tierra que no se puede trabajar y una comunidad compuesta casi únicamente por ancianos, ya que los jóvenes emigraron.

Para los habitantes del lugar, toda la situación era señal de que la destrucción definitiva estaba cerca. Ante esto, McPhee nos quiso mostrar el día del “Apocalipsis Maya”, cuando la profecía se vuelve real y abundan las reflexiones sobre el cuidado de la Madre Tierra.

El resultado de aquello es el documental “El final del día”, que llegará a las salas de todo el país el 16 de junio, después de un exitoso recorrido internacional. En la Región de Coquimbo podrá ser visto en el Teatro Centenario de La Serena, los días 16, 17 y 18 de junio, a las 20:00 horas. También en el Centro Cultural Municipal de Ovalle, el 16 y 23 de junio a las 19:30 horas.

El director contó que el interés inicial “fue hablar sobre temáticas sociales y relacionadas con el patrimonio cultural chileno, siempre desde una perspectiva íntima y emotiva. No obstante, al pensar este proyecto sentí que debía dar un giro a esa línea de trabajo y buscar una manera de abordar lo social, más desde la reflexión que desde la denuncia”.

Un gatillador fue el frenesí mediático ante el supuesto fin del mundo. “Era claro para mí que este tema no iba en la línea de lo que usualmente trabajaba, pero comencé a buscarle el sentido. Pensaba que sería interesante ser testigos de este fenómeno social desde un pueblo aislado, que viviera este día como algo especial”, reveló Peter McPhee.

“Con esta idea vaga tomamos un auto con un grupo de amigos y manejamos hacia el norte. Cerca del kilómetro 1.600 dimos con Quillagua, pueblo que ninguno había visto jamás. Nuestra sorpresa fue inmensa cuando conocimos este oasis verde, en medio del desierto más árido del mundo, que sobrevivía día a día a una tremenda contaminación de sus aguas y tierras. Era un pueblo realmente viviendo el fin del mundo. Esa inquietud inicial se convirtió de improviso en una idea de alto contenido social”, explicó.

Tras descubrir Quillagua, el equipo grabó durante 15 días, sin apoyo financiero. “El rodaje fue un ejercicio de observación profundo en que capturamos pequeñas situaciones y personajes del pueblo”, destaca McPhee. “Como conocíamos el pueblo a medida que grabábamos, fue fundamental tener el apoyo de la comunidad de Quillagua. La gente fue generosa, nos abrió sus puertas y compartió sus vidas con nosotros”.

“Siento que ésta es una película quillagüeña, porque fueron sus habitantes quienes construyeron realmente la película con nosotros. Mientras grabábamos en la incertidumbre, los análisis de la propia gente se convirtieron en nuestra materia prima, y nos permitió articular la gran reflexión sobre la que se sustenta el relato”, indicó.

“Fue importante trabajar el cruce conceptual entre el fin que vivía el pueblo con el fin del mundo, porque nos permitía articular un relato que situara el drama de un pueblo como un fenómeno social que aqueja a muchos otros”. En este sentido, la película “El final del día”, según su realizador, “toma como base un día apocalíptico, pero en realidad busca llegar a la esencia de la pérdida del tremendo valor humano y cultural que tienen pueblos como Quillagua”. El resultado está a la vista.