Lucho alimeño no se rinde

Llegó a Coquimbo en 1965 y aunque ha sido un hombre rodeado de los gustos de ser un artista bohemio y viajero, hoy está sereno y optimista pese a los achaques de los años. Originario de Santiago, es un porteño de corazón
Lucho alimeño no se rinde
Lucho alimeño no se rinde
jueves 02 de mayo de 2013

Son cerca de las 11:00 horas de un martes y nos dirigimos hasta el sector de San Juan en Coquimbo. A pasos del supermercado Auco, nos espera un hombre de 76 años que, pese a todas las dificultades de salud, se ve sonriente, entusiasta y nos espera con cordialidad.

Nos abre la puerta de su casa y nos invita a tomar un té, hablamos de lo humano y lo divino y partimos con la entrevista. Se trata de Eamón Pérez Peña, nombre que en el ambiente popular de la Región de Coquimbo poco y nada dice, pero si hablamos de Lucho Alimeño la cosa cambia. Es el mismo que llegó a mediados de la década del ’60 con un maletín bajo el brazo y que hoy tiene cientos de historias para compartir, sobre todo en el contexto de una sociedad que al parecer ha comenzado a olvidar la música folclórica y los boleros, sus grandes pasiones junto a los valses peruanos.

“Es que usted no se imagina la cantidad de cosas que uno vive gracias a la música” aseguró quien es conocido por todos como “Luchito” y que nació en San Bernardo, la que para muchos es considerada como la capital del folclore chileno. Ahí fue cuando siendo apenas un adolescente dio sus primeros pasos. “Cantaba con unos amigos, tirando la manga como se dice. Primero nos íbamos al centro, aunque yo no hacía nada profesional realmente, era sólo un aficionado. Hasta que un 18 de septiembre se armaron unas ramadas en La Cisterna. Ahí les faltó un integrante y me invitaron a mí, cuando tenía sólo 17 años. Cantaba sólo boleros, pero tenía algún roce y aunque como que no quería ir, al final acepté. Incluso canté junto a Las Morenitas, muy populares en esa época”.

Además de todos los músicos amigos que tenía, incluso conoció a una Violeta Parra muy joven y una Isabel Parra muy pequeña. En esa época comenzó a darse a conocer.

Tiempo después se dio la circunstancia que faltaba un cantante para asistir a la Fiesta de la Virgen de la Piedra, tradicional de Combarbalá, lo que de alguna forma lo fue acercando hacia el norte de Chile, donde incluso a la dueña de la residencial donde se alojó le cantó el cumpleaños feliz. “Pero no lo hice a la manera tradicional, sino que agregando otras frases que se me iban ocurriendo en el momento, y las que, por supuesto, yo iba improvisando”, aseguró Lucho Alimeño sobre una de sus características más importantes.

También emprendió un viaje a Copiapó y a varias localidades de la Tercera Región, siempre con una humilde maleta bajo el brazo. “Partí a Vallenar, pero no me fui solo, sino que con la hija del organizador de la Fiesta de la Virgen de la Piedra, que era Norma Carvajal, estando ya casado. Ya tenía una familia en Santiago, por lo que comencé a mandar cartas diciendo que tendría que estar viajando de un lado a otro, y mandaba platita”, fueron algunas de las anécdotas que nos contó, aunque matizándolo con el gran esfuerzo que significa ser artista, lo que costó la separación con su mujer de la capital, con quien tuvo hijos por cierto.

UNA NUEVA VIDA EN EL PUERTO. A mediados del ’65 llegó a Coquimbo, acompañado de aquella chica que alguna vez conoció más al norte. “Llegué a trabajar, pero aquí no me conocía nadie. Logré conocer a personas que me ayudaron y que me hicieron hincapié en cómo se debía trabajar, porque yo estaba en Coquimbo y muchas veces no nos dejaban trabajar en La Serena sobre todo en La Recova, porque muchos llegaban medios pasaditos de copas. Los comedores estaban abajo, y el dueño me dijo ‘borrachillas no necesito’. Yo cantaba los temas de Lucho Barrios o Marco Aurelio, y logré que en todos los locales me aceptaran junto a otro compañero, que le decían ‘El Cajón’, y que de a poco se fue comportando. Y así logramos tirar la mano con mucho éxito”.

Por cierto, don Lucho fue testigo de un Coquimbo que ya no existe. “Desde mi punto de vista, se trata de una historia muy hermosa que vale la pena contar. En aquellos años, la gente se veía con sus niños tarde en la noche, familias completas. Hoy, la gente casi no sale. Recuerdo que estaba el Copacabana, el Dragón Rojo, locales con travestis, el 1621, el Tropicana, entre otros tantos. Después le escribí cuecas a todos esos locales, lo que resumí en el tema ‘La bohemia coquimbana’”, sostuvo este músico, que se inmiscuyó mucho en ese mundo, lo que le permitió hacerse ampliamente conocido.

En esos años, se formó el trío Los Alimeños, con Jaime Gatica, Norma Carvajal y el propio “Lucho”. “Queríamos que tuviera un nombre porteño, pero aún no nos bautizaban cuando en una oportunidad nos llevaron en un taxi a Radio La Serena que existía en aquellos años, que estaba en Cordovez, donde ellos celebraban su aniversario. Estaba conduciendo Carlos Alberto Miller, el programa ya había terminado, pero igual pasamos. Ahí nos preguntaron cómo nos llamábamos, y en realidad no teníamos nombre, pero como cantábamos boleros y valses peruanos se me ocurrió que nos llamáramos Los Alimeños del Puerto, pero Carlos Alberto Miller nos dice que mejor nos llamemos Los Alimeños a secas, y así quedamos” aseguró Lucho, que recordó que juntos recorrieron el país e incluso más allá de nuestras fronteras, matizando con la cueca chilena.

Por años fueron número fijo y permanente en el restaurante “Central” de Ovalle, aunque uno de los momentos más especiales fue su viaje a San Juan, Argentina, donde tocaron en diversos locales y tuvieron presencia en varios medios escritos, radiales y televisivos de la época, como en Canal 7 de Mendoza, donde participaron de un programa llamado “Actualísimo”.

Igualmente estuvieron en Mendoza y en Córdoba participaron del Festival de Cosquín, el certamen folclórico más importante del país trasandino. Alimeño se emocionó al recordarlo. “Es que es tan hermoso para un artista vivir estas cosas. Tuvimos la oportunidad de conocer a Sandro, imagínese”, sostuvo con nostalgia.

LO DIFÍCIL DE SER ARTISTA. Luego de todas estas emociones, Lucho Alimeño se separa de Norma Carvajal y Los Alimeños concluye. Así comienza una carrera solista donde su vida también empieza a sufrir un importante giro. Cantando una noche en un restaurante céntrico de Coquimbo, conoció a una niña que trabajaba como garzona, que al verlo actuar le pasó el recado a otra de sus compañeras de trabajo. “De esta noche no pasa” era la advertencia que daba inicio a una relación que ya tiene 33 años, ya que esa muchacha de ese entonces es Luisa Marambio Rivera, su actual compañera que lo ha acompañado en las buenas y en las malas a pesar de ser 20 años más joven que él. De esta relación nació Maikol Pérez Marambio, que también es músico y que es la voz del conjunto juvenil Los Infieles del Amor, los que se dedican principalmente a la cumbia ranchera.

“Ella me quitó todos los males que yo tenía, me quitó el trago, las mujeres y la noche. Es un amor, y me ha acompañado en los peores momentos”, expresó quien está convencido de que muchos artistas no tienen el cuidado de ahorrar o cotizar en los tiempos de vacas gordas. “Claro que me faltó ahorrar, el artista trabajaba para comer al día siguiente, y si le sobraba, íbamos por una cerveza o más”, aseguró este coquimbano que luego de sufrir un accidente tras caerse de una mesa en Andacollo, comenzó a vivir una severa crisis, que le obligó a operarse dos veces de la columna, y, producto de todos los gastos, a vender su anterior vivienda e incluso dejar de trabajar en locales que ellos administraban. “Mi mujer me lo dio todo, su juventud, un hijo, todo lo que uno puede pedir. Y en estos tiempos, en los que uno está más enfermo, ella se ha llevado gran parte de la carga”, aseguró.

Como señalábamos en un principio, aunque es de San Bernardo, en realidad es un coquimbano por adopción. “En mis canciones siempre he escrito de Coquimbo, porque me ha dado sobre todo gente y amigos que me quieren. Los accidentes me dejaron discapacitado, incluso intenté atentar contra mi vida, pero creo que eso sólo lo hacen los cobardes. Tendría que estar con bastones o en silla de ruedas, pero Dios hace milagros. Recibo una pensión asistencial, y pertenezco a la SCD, pero no me alcanza ni para inscribir mis títulos”, comenta Alimeño, como una de las curiosidades de la vida. 

Actualmente, trabaja en las diversas ferias libres de Coquimbo, como las de Tierras Blancas o San Juan, vendiendo discos originales, con mucho optimismo y ganas de seguir adelante, donde es todo un personaje, a pesar de las dificultades de la vida, pero él es peleador. Por algo es un apasionado de la cueca chora y del bolero. Por algo es Lucho Alimeño.