abeja en peligro de extinción

Sequía extrema: desolador panorama de apicultores de la región por crisis climática

Según la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA) en la región hay 46 mil colmenas y 590 apicultores, de los cuales el 32% presta servicios de polinización. Los apicultores de la zona denuncian que la abeja está en peligro por la sequía y el uso de pesticidas.
miércoles 20 de septiembre de 2023

Las abejas son mucho más que miel y picaduras. Al volar entre las flores, de cuyo néctar se alimentan, transportan el polen que las fecunda y les permite producir semillas y frutos.

Este perfecto engranaje natural está en peligro en Chile, pues desde hace 14 años los apicultores enfrentan una severa sequía que deriva en escasez de flores para dar alimento a sus abejas y esto, a su vez, amenaza las funciones que estos insectos cumplen en el ecosistema. Cuando un apicultor se queda sin flores para proveer néctar tiene dos opciones: buscar un hábitat más amigable o darles a sus abejas agua con azúcar u otras mezclas que considera nutritivas para que éstas sobrevivan. Sin embargo, según expertos, realizar estos ajustes a su alimentación puede perjudicar su organismo y sus funciones.

“Sin agua las colmenas no pueden crecer y se estancan”, dice a Diario El Día, Mario Flores, presidente del Movimiento Nacional de Apicultores de Chile (Monachi), quien agrega que ”la abeja es el pilar agroalimentario de Chile (...) Sin ellas no habría ni zanahoria ni cebollas”.

Los inviernos generosos en lluvias y nieve son cosa del pasado, los embalses están a un 40% de su capacidad.  El escenario más crítico se vive en la provincia de Limarí, donde el embalse Recoleta alcanza el 19 por ciento de agua embalsada, mientras que los reservorios La Paloma y Cogotí sólo llegan al ocho por ciento, según el Centro Científico Ceaza.

Monachi advierte que la sequía no es el único problema que enfrentan los apicultores en la región, el uso de pesticidas, la reducción del bosque nativo y el monocultivo también repercuten en crear un ambiente hostil para la sobrevivencia de la abeja.

La disminución de colmenas es un fenómeno global y su merma puede derivar en una escasez no sólo de alimentos, sino en un declive de las plantas medicinales y animales herbívoros, lo que a su vez afecta a todos los ecosistemas del mundo.

Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un 70% de los cultivos de Chile dependen de la polinización de la abeja para crecer.

Por lo mismo, la sequía no sólo impacta a las abejas. Su disminución puede afectar a los agricultores, especialmente a los productores de frutas frescas, que hasta julio de 2023 exportaron 1,8 millones de toneladas por más de 4.000 millones de dólares. De acuerdo con la Federación de Exportadores de Frutas de Chile, el sector frutícola da empleo a unas 700.000 personas y, si la sequía y los efectos del cambio climático continúan, “habrá zonas que no serán más productoras de fruta por un tema de disponibilidad de agua o bien irán disminuyendo”.

2.300 colmenas perdidas

Luis Tapia se dedica hace 28 años a la apicultura en la localidad de Monte Patria, uno de los sectores más afectados por la sequía. A pesar que el mundo de las abejas le apasiona, está pensando en dejarlo porque ya no es rentable.

“Hace cuatro años tenía 2.500 colmenas, hoy solo cuento con 200”, señala a Diario El Día. Llegó a tener más de 82 millones de abejas, ya que por colmena pueden llegar a vivir 30 mil abejas. Una colmena puede costar $80 mil pesos y una cámara de cría $120 mil pesos, puede producir 50 kilogramos de miel por colmena. Lo último depende de la presencia de bosque nativo cerca como Quillay o Peumo, y la raza de la abeja.

A falta de floración, producto de la sequía, alimenta a sus abejas con agua y azúcar --que no reemplaza al néctar-- y con una “torta nutritiva” -- mezcla de sacarosa, polen, entre otros ingredientes. Con esta comida, las abejas no producen miel, que también es parte de su alimentación natural. “Es como comer fideos todos los días”, cuenta Mario Flores. A la semana gasta $300 mil pesos en alimentar a este agente polinizador.

Sueña que esta temporada pueda aumentar su número de colmenas, las cuales tiene repartidas entre campos del Valle del Elqui y Choapa. No quiere movilizar sus colmenas hacia el sur como lo hacen miles de apicultores a nivel nacional para evitar que sus abejas sigan muriendo. El costo en transporte y alojamiento hacen insostenible esta aventura. En Coquimbo 35 mil colmenas son movilizadas hacia el sur, un 10% más que en 2021, según la ODEPA.

El problema de Luis lo enfrentan más de 590 apicultores que trabajan cerca de 46 mil colmenas. En Chile hay cerca de un millón y medio de colmenas y más de 10 mil apicultores. 

Otro problema que enfrenta es el bajo precio que pagan los agricultores por la polinización.

“Por un campo de almendro nos pagan 12 mil pesos por colmena utilizada”, dice Luis Tapia. Por hectáreas se requieren entre diez y doce colmenas para polinizar. Este pago no se realiza de forma diaria, sino por la temporada que puede fluctuar entre los 60 y 90 días. No se firma ningún contrato, aquí aún vale la palabra empeñada. Por hectárea polinizada recibe $144 mil pesos por tres meses de trabajo. “Si restamos el costo de transporte y que a veces debo pagarles a dos jóvenes que me ayuden, las ganancias son marginales”, cuenta Tapia.

La faena de polinizar almendros lo combina con la polinización de paltos por el cual puede llegar a cobrar $30 mil pesos por colmena.

Con rabia cuenta que los agricultores no tienen respeto por el trabajo de la abeja, ya que piden rebajas o que los apicultores “le regalen la polinización”. “Gracias a nuestro trabajo venden a mejores precios sus productos”, sentencia.

Ley apícola

Tras seis años durmiendo en el congreso, en octubre de 2022 se aprobó la ley apícola, luego que a mediados del año pasado los apicultores cortaran la ruta 5 como medida de presión.

Esta legislación establece la creación de un registro nacional de apicultores; otorga nuevas facultades al Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) como declarar zonas de control sanitario, zonas libres, cuarentenas, barreras sanitarias y aislamiento de colmena; y establece que los agricultores deberán dar aviso 48 horas antes la aplicación de un pesticida que sea tóxico para las abejas.

“Las personas que contravengan lo dispuesto en este artículo, deberán indemnizar a los apicultores de las colmenas afectadas, de acuerdo con las normas del derecho común, sin perjuicio de las sanciones que procedan”, señala uno de los artículos de la Ley apícola.

Uno de los pesticidas más tóxicos para la abeja es el neonicotinoides, que afectan el sistema nervioso central de las abejas y el uso de glifosato, un herbicida para eliminar las “malas hierbas”.  Mario Flores advierte que “los pesticidas no distinguen cantidad, depende de la cantidad que se aplique puede matar un apiario completo”.

A pesar de los avances que esta ley ha significado para el mundo apícola, el Movimiento Nacional de Apicultores de Chile no descarta nuevas movilizaciones si es que la autoridad agrícola no aumenta las ayudas económicas a este sector.