Las familias del "Canilla" Díaz se unen después de 40 años

Algo le faltaba a la historia del máximo ídolo de Coquimbo Unido. Poco se sabía de su fallecimiento y de su vida en Honduras. El historiador del fútbol porteño, Felipe Fernández, logró atar los hilos y provocar un encuentro telemático entre sus hijos y sus tíos, cargado de emotividad y coraje.
lunes 01 de marzo de 2021

Por: CRV y FF

Los jóvenes seguidores e hinchas de Coquimbo, quizás no se recuerdan de unos de los máximos exponentes que ha tenido el cuadro aurinegro en su historia. Lo recurrente ha sido  escuchar de la filial Valparaíso, Arturo Canilla Díaz. Los más adultos, tienen otros recuerdos, le dedican palabras de agradecimiento al ariete que fue clave en el primer ascenso de los Piratas en 1962 y dejó una estampa de sacrificio, entrega y amor por la camiseta.

Cuenta Felipe Fernández, autor del libro, la Historia de Coquimbo Unido, que de un momento a otro se perdió la pista del jugador, “nunca más supimos de él”, aunque de algo está seguro,  “se transformó en leyenda”.

Arturo del Carmen Díaz Muñoz, hijo de Floridor Segundo Díaz Navea y Clementina Alicia Muñoz Ávalos, nació el 4 de noviembre de 1940 en Coquimbo. Vivió desde siempre en la parte alta del puerto, específicamente en la casa 705 de la calle Vicuña, en el barrio del mismo nombre, lugar en el que actualmente viven unos sobrinos.

Fernández, plasmó su investigación y la historia de “Canilla” Díaz en una completa nota realizada para la Asociación de Investigadores del Fútbol Chileno (www.asifuch.cl).

 

A Santiago y Honduras

El popular “Canilla”, después de memorables jornadas con la camiseta de Coquimbo Unido, emigró en el verano de 1966 a Unión Española, luego a Ferroviarios y en 1967 se le perdió casi por completo la pista al partir a Honduras. El tiempo pasó y su figura fue quedando en el recuerdo, aunque creciendo en la memoria de los porteños. La escasa información, las noticias confusas sobre su situación en el extranjero y la nostalgia de tiempos mejores, para un Coquimbo Unido que a mediados de los 70 volvía al fútbol amateur, convertían al ‘Canilla’ en un ícono, casi en un ser mítico que no se podía olvidar fácilmente.

En noviembre de 1985 volvimos a tener noticias de Arturo Díaz: “Nos enteramos por Radio Riquelme que mi hermano había fallecido, realmente no sé cómo ellos supieron, pero antiguamente ese era nuestro único nexo con informaciones”, comenta Alicia Díaz, la menor de sus hermanas.

En la memoria del coquimbano había quedado ese inolvidable gol del ascenso en 1962, los goles en los clásicos, los goles a Colo Colo y el gol en el triunfo sobre el Ballet Azul en el Estadio Nacional en 1963.

Tres hijos

En su vida en Honduras, el recordado jugador coquimbano armó su familia. Se casó con Francis Galo en Tegucigalpa en 1968, al año siguiente tuvo a su primogénito Arturo (QEPD), en 1971 a Francisco Segundo y en 1972 a su hija Francis. La familia siguió creciendo con el paso de los años y fue una de sus nietas, la que por esas casualidades del destino se encontró en Internet con el reportaje de Fernández.

“Nunca nadie de la familia de ‘Canilla’ Díaz en Chile se había podido contactar con la familia de Honduras. Yo logré llegar a cercanos, pero no a los hijos del jugador. Tenía el firme anhelo de poder ubicarlos, porque sabía que la familia de Chile llevaban más de 30 años tratando de establecer algún tipo de contacto con ellos y nunca se había podido”, comentó Fernández.

Los hijos de Arturo Díaz, se pusieron en contacto a través de mail con el investigador y luego por Whatsapp. “Ellos estaban realmente emocionados, felices de como recordaban a su padre en Coquimbo. Enviaron el reportaje a todos sus familiares en Honduras y me agradecieron la posibilidad de poder contactarlos con su familia de Chile”.

Francis Díaz Galo (49 años), la hija menor del “Canilla”, comenta desde Tegucigalpa: “Nunca pudimos encontrar la manera de contactarlos, queríamos que nuestra familia de Chile supiera que teníamos muchas ganas de conocerlos y saber de ellos. Recuerdo que cuando cumplí 18 años, fui personalmente con mi partida de nacimiento a la Embajada de Chile en Honduras para ver si podían entregarme alguna información sobre mi familia de Chile. Les di el nombre de mi papi y su nacionalidad, pero teníamos tan pocos antecedentes que no sirvió de mucho. Cuando mi sobrina Julieth nos envió el reportaje de Felipe, no lo podíamos creer. Inmediatamente intentamos contactarlo”.

Ansiado encuentro

Durante la primera semana de febrero pasado, ambas familias lograron  conocerse y contactarse a través de video llamada. “Fue hermoso, pudimos ver a mis tíos Alicia y Carlos. Ver a Carlos era como ver a mi papá. Él ha estado un poco enfermo y se le subió la presión con tanta emoción. Nos contó que ahora que nos conoció podía morir tranquilo. Fue conmovedor para todos. Ahí también supimos que mi tío Carlos había estado años tratando de establecer algún contacto con Honduras a través de radioaficionados”, agregó Francis.

En conversación con Francisco, el segundo hijo del goleador, Fernández logró conocer más detalles de los últimos días del ídolo coquimbano. “Fue todo muy repentino. Un martes 12 de noviembre de 1985 se sintió mal. Mi madre que es enfermera lo ingresó de urgencia al hospital a las 8 de la noche y al día siguiente falleció a causa de una meningitis fulminante. Yo tenía 14 años”, comentó.

“Nosotros lo velamos en nuestra casa y como él era entrenador del primer, tercer y cuarto equipo del batallón de artillería del ejercito hondureño, ellos se hicieron cargo de las gestiones con la funeraria y de hacer su funeral.  Lo despidieron con honores. El traslado de su ataúd hacia el cementerio Santa Anita fue escoltado por las Fuerzas Armadas y al momento del entierro lanzaron cañones de salva en memoria de él. Fue muy emocionante y muy concurrido, prácticamente todos los medios de Tegucigalpa lo cubrieron”, rememora.